El gobierno de Perú cremó este viernes el cadáver del líder del grupo armado maoísta Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, cerrando un violento capítulo en la historia del país que dejó decenas de miles de muertos y desaparecidos en dos décadas de conflicto interno.
El Ministerio del Interior informó en un comunicado que “a las 03:20 horas en la sede del Hospital Centro Médico Naval del Callao se dio inició a la cremación del cuerpo de Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso, culminando la misma a las 05:30 horas”.
El destino de las cenizas de Guzmán, cuyo cadáver permaneció en la morgue de esa ciudad desde su muerte a los 86 años en prisión el 11 de septiembre, no fue revelado por el gobierno y se mantiene en reserva.
La cremación, realizada en reserva acatando una ley que permite al gobierno decidir el destino de los restos de cabecillas terroristas por seguridad nacional, fue certificada por un fiscal. Los ministros del Interior, Juan Carrasco, y de Justicia, Aníbal Torres, asistieron al proceso.
Horas antes y bajo fuerte resguardo policial se había trasladado el cuerpo desde la morgue del Callao al crematorio del hospital Naval, ubicado a corta distancia en el mismo puerto.
El cadáver llegó al crematorio envuelto en plástico y luego introducido en una bolsa negra por tres personas, vestidas con trajes celestes de bioseguridad, que son quienes lo llevan al horno, según imágenes en foto y video difundidos por el Ministerio del Interior.
El acto coincidió con el día institucional de las Fuerzas Armadas peruanas, que entre 1980 y 2000 combatieron a Sendero Luminoso y su “guerra popular” marcada por cruentas acciones terroristas, un conflicto que dejó 70 mil muertos, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
“Hoy más que nunca, reivindicamos la memoria de los miles de peruanos muertos a manos del terror”, tuiteó el ministro del Interior.
La cremación puso punto final a una disputa entre las autoridades y la viuda, que reclamaba desde prisión disponer de los restos de Guzmán y acusó al gobierno de “asesinato”.
El cadáver de Guzmán estaba en poder del Ministerio Público desde su muerte luego que un fiscal rechazara el pedido de Elena Yparaguirre de darle sepultura a su marido a través de una tercera persona. Una apelación de la viuda no tuvo respuesta.
La fiscalía, respaldada en una reciente ley hecha a medida de la situación, alegó razones de seguridad nacional para cremar el cuerpo y no entregarlo a Yparaguirre, ante el temor de que la tumba pudiera convertirse en un lugar de peregrinaje para Sendero Luminoso, grupo considerado terrorista e ilegalizado desde hace décadas.
El gobierno peruano de izquierda invitó a tres periodistas, de la cadena CNN y los diarios locales El Comercio y La República, a presenciar la incineración en respuesta a las críticas de supuesta falta de transparencia en este caso.
Según el Instituto Penitenciario, Guzmán murió de neumonía, pero su salud había decaído los últimos meses e iba a ser trasladado a otra prisión en enero de 2022. En agosto se le hospitalizó por supuestos problemas renales.
Abimael Guzmán, cremado con ley especial
El Congreso, controlado por la derecha, aprobó la semana pasada una ley especial para incinerar porque existía un vacío legal para estos casos. La bancada de Perú Libre, el pequeño partido marxista leninista que ganó las elecciones presidenciales con el sindicalista Pedro Castillo, votó en contra.
Sendero tuvo en su momento de esplendor entre 1985 y 1995, entre 3 mil a 5 mil seguidores, decenas de ellos aún presos. El “Pol Pot de los Andes”, como se conocía a Guzmán, pasó sus últimos 29 años en prisión condenado a cadena perpetua por los crímenes cometidos por su organización.
Guzmán fue profesor universitario de filosofía que murió sin concretar su aventura de reproducir en el país el modelo de Mao.
El arma que usó fue su propia interpretación del marxismo, que convirtió a sus seguidores en fanáticos de sus ideas a las que calificaron de “pensamiento guía” y “cuarta espada” del marxismo, detrás de Marx, Lenin y Mao.
Abrazó el maoísmo y los métodos del líder camboyano Pol Pot, y se formó una imagen de revolucionario duro e implacable dispuesto a ordenar masacrar a los habitantes de un poblado de los Andes peruanos en castigo por no respaldarlo.
Entre las acciones más sanguinarias de Sendero está el asesinato en 1984 de 117 campesinos que rehusaron apoyarlos en Soras, Ayacucho. En 1983, hicieron igual con 69 campesinos en la vecina Lucanamarca. En Lima, en 1992, un coche bomba mató a 25 personas e hirió a 150 en el barrio turístico de Miraflores.
(milenio.com)