Harta de la violencia generada por el narco, la población de Aguililla ha emprendido un éxodo para salvar su vida. Solo en Apatzingán hay mil 500 escondidos en 39 albergues diferentes, de acuerdo con el sacerdote Gregorio López.
En entrevista con MILENIO, el conocido “padre Goyo” cuenta que es él quien se encarga de velar por ellos. “Les doy refugio, son alrededor de mil 500 personas de la zona de Aguililla.
“Aquí se les puede facilitar medicina y ropa, hay quienes salieron nomás con la que traían encima. También alimentos, documentos, (atención) de la parte psicológica y, por qué no, de la parte de la justicia, hay quienes tienen desaparecidos”.
Pedro es uno de los pobladores de Aguililla que llegaron a Apatzingán. Vivió más de 20 años en Estados Unidos, pero regresó en 2014, cuando asesinaron a uno de sus 10 hijos por negarse a unirse a las filas del crimen organizado.
“Me regresé en 2014. Me habían matado un hijo. Y ahora en noviembre me mataron al otro. Y a una tía, a un tío y cuatro primos hermanos”, rememora sentado en la mesa del albergue.
Detalla que no puede volver a Estados Unidos porque sus padres, por su avanzada edad, no resistirán cruzar la frontera de la mano de un coyote, que cobra 7 mil 500 dólares por persona. Y tampoco quiere exponerlos al calor, el cansancio y la presión de huir de la Patrulla Fronteriza.
La disputa por Aguililla, Michoacán, ha dejado una estela de dolor, sangre y balas. En lo que va del año la parroquia del pueblo ha expedido más de 300 cartas de recomendación para que los desplazados busquen asilo en Estados Unidos.
“Un pueblo que está muriendo pero que se resiste a morir. Es un pueblo que está siendo oprimido, está siendo estrangulado”, sostiene el obispo de Apatzingán ,Cristóbal García.
Los enfrentamientos entre el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cárteles Unidos tienen sitiada a la comunidad. Un día sí y un día no, bloquean los accesos carreteros de Aguililla.
La intervención de las autoridades en el pueblo que vio nacer a Nemesio Oseguera Cervantes ‘El Mencho’, líder del CJNG, ha logrado una sospechosa calma que se rompe a la menor provocación.
El fondo del problema parece ser más complicado de lo que aparenta en un principio, pues los grupos criminales se disputan más que un punto clave para el tránsito de estupefacientes.
“El gran problema de Aguililla no es Aguililla como tal. ¡No, no! Es que hay mineral en exceso. Están saqueando esa región y es la delincuencia la que tiene ese gran tesoro en las manos. Quien tenga Aguililla, tiene todo un potencial de mil millones de dólares por mes a través de las minas”, explica el padre Goyo, que actualmente se encuentra suspendido de sus actividades al interior de la Iglesia católica.
La situación se ha vuelto crítica: viven con miedo, escasea el trabajo, bloquean el comercio y los servicios a capricho de delincuentes y la población también es víctima de las extorsión.
(milenio.com)