Las causas de las enfermedades cardiovasculares son múltiples y en diversas ediciones de esta columna las hemos revisado y consideré importante analizar para ustedes, amables lectores, una de tales causas, de las menos comunes pero con un interés muy importante porque puede prevenirse tanto su contagio como la aparición de una enfermedad cardiovascular asociada a una de estas infecciones.
Los diferentes tipos de infecciones transmitidas sexualmente alcanzan varias decenas, por lo que hoy revisaremos sólo las más comunes, considerando que el 75% de todos los que se infectan, corresponde sólo a tres infecciones.
Efectivamente, la Organización Mundial de la Salud considera que unos 400 millones de personas se infectan cada año, de los cuales 300 millones son por sífilis, VIH y gonorrea, en tanto que el 90% ocurre entre los 15 y 30 años de edad.
¡Imaginen: son más de un millón de personas al día las que resultan infectadas!
Revisaré para ustedes las tres infecciones más frecuentes, pero no dejo de lado que del 10 al 25% de quienes se infectan pueden tener un infarto por la relación que existe entre la enfermedad coronaria cuando se obstruye una de estas arterias por una placa de grasa (una placa de ateroma) asociada a Clamidia, herpes simple sobre todo los subtipos 1 y 2, citomegalovirus o criptosporidosis, pues no sólo es tener el colesterol alto en la sangre, sino que cada vez hay más evidencia de la asociación entre una infección sexualmente transmitida como estas tres que les menciono y la posibilidad de un infarto del miocardio.
Las otras tres infecciones mencionadas como más comunes, sífilis, gonorrea y VIH-SIDA, que conforman el 75% de todas las infecciones transmitidas sexualmente, ocasionan lesiones cardiovasculares directas, sobre todo sífilis y VIH-SIDA.
La sífilis ocurre hasta en el 3% del millón o más de personas que a diario se infectan. Es conocida desde hace unos 500 años y llegó a ser una curiosidad médica, si bien esto ha cambiado completamente por los cambios en las costumbres sexuales que se han dado en todo el mundo. Se ha atribuido el cambio a lo ocurrido en los años setentas y subsecuentes por la promiscuidad, la consigna del amor libre y falta de protección con preservativos. La enfermedad provoca una lesión primaria en los genitales conocida como chancro, que es una úlcera profunda en los genitales, poco dolorosa, sangrante y que dura dos o más semanas. De diez a treinta años más tarde, provoca lesiones muy severas en el sistema circulatorio, sobre todo en la aorta, la válvula aórtica y en las arterias coronarias que pueden llevar al paciente a la muerte por insuficiencia cardíaca secundaria a la falla de la válvula, a un infarto del miocardio o la ruptura de la pared de la aorta, la arteria más grande del cuerpo, pues se le dilata la pared. Esta es la lesión conocida como aneurisma aórtico, que siempre comparamos con un chipote en una cámara de bicicleta, para explicarlo de la manera más gráfica posible. Las tres lesiones comentadas son mortales, pero pueden ser tratadas cuando son descubiertas a tiempo, de donde se desprende el consejo, muy obvio, de que las personas que hayan padecido de chancro, se revisen con su médico de cabecera con regularidad. Esa será la diferencia entre la vida y la muerte de estos pacientes.
La gonorrea ocurre en el 34% de todos los pacientes con una infección sexualmente transmitida. Conocida desde la Edad Media, fue causa de esterilidad en ambos géneros, pero con el advenimiento de la penicilina hubo una drástica caída en la frecuencia de la enfermedad.
De manera directa la gonorrea no provoca lesiones cardiovasculares, pero se ha insistido en el control de este problema porque se asocia comúnmente a infecciones agregadas, sobre todo a sífilis, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), del papiloma humano (VPH), las ocho variedades de herpes y otros gérmenes, que sí se asocian a la enfermedad cardiovascular.
En el caso del VIH-SIDA, la enfermedad es conocida desde los años setentas y el primer caso descrito en México, ocurrió en 1980 en el Centro Médico Nacional. En el inicio de la década de los noventas, se empezaron a conocer informes de enfermos con lesiones cardiovasculares secundarias a SIDA, pues la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, no necesariamente termina en SIDA, pero ambas situaciones se relacionan con lesiones cardiovasculares de todo tipo. Se ha descrito inflamación del músculo cardíaco (miocarditis), de la bolsa que cubre al corazón (pericarditis), insuficiencia cardíaca, lesiones valvulares de varios tipos y hasta infarto del miocardio. El número de pacientes con este problema es desconocido, pero no está entre las diez primeras causas de muerte en México. Por fortuna, la llegada al arsenal terapéutico de los medicamentos antirretrovirales de nueva generación, ha prolongado la vida de estos pacientes, además de haber disminuido el impacto cardiovascular de la infección.
El objetivo principal de la columna de hoy es sensibilizarlos para que busquen ayuda médica para evitar que lleguen a una lesión cardiovascular por una infección de transmisión sexual, una situación mucho más común de lo que ustedes podrían haber considerado.
ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.