Para evitar que disminuyan hasta en 60 por ciento las cosechas, urge que se emita la declaratoria de Emergencia Fitosanitaria por la plaga denominada Roya del Café en el estado de Chiapas, planteó el diputado federal Juan Jesús Aquino Calvo.
El secretario de la Comisión de Asuntos Frontera Sur-Sureste de la Cámara de Diputados subrayó que esa plaga representa un gran riesgo, pues la cafeticultura emplea a más de 500 mil productores del sector social e indígenas en 690 mil hectáreas de 12 estados del país.
Indicó que el valor de las exportaciones suma 897 millones de dólares anuales, además de que el país es el principal productor de café orgánico del mundo, ocupa 10 por ciento de la superficie sembrada, vincula directa e indirectamente a unas tres millones de personas y genera una derrama económica de unos 20 mil millones de pesos por año.
Aquino Calvo refirió que en 1981 se detectó esa plaga en la región del Soconusco, Chiapas, cuyo hongo ataca las hojas de los cafetos de todas las variedades comerciales pertenecientes a la denominada “Coffeaarábica”, especie de café que más se siembra en México.
“La atípica plaga de roya que invadió entre 60 mil y 70 mil hectáreas de café en 22 municipios del Soconusco y la sierra de Chiapas, amenaza ahora con disminuir la cosecha hasta en 60 por ciento”, dijo.
Expresó que los dirigentes cafetaleros del sector social y privado han señalado desde octubre de 2012 que la roya en cafetos chiapanecos se ha acrecentado, por lo que a la fecha han perdido la mitad de los empleos que se generaban, en perjuicio de 200 mil mexicanos y 400 mil guatemaltecos que laboran en las fincas de la región fronteriza.
A decir del legislador panista, de no emitirse la declaración de emergencia para combatir la roya del café y demás enfermedades en el campo “disminuirá la productividad en este 2015, mucho más que en años anteriores”.
Recordó que Chiapas es el primer productor de café a nivel nacional, y ocupa el segundo lugar como generador de café orgánico en el mundo, después de Perú.
En esa entidad hay 180 mil productores, de los que 85 por ciento corresponden al sector social, en su mayoría indígenas, con superficies de media a dos hectáreas en promedio cada uno, lo cual “refleja que se trata de un cultivo preponderantemente de interés social” y el 15 por ciento restante son cafetaleros privados.
Enfatizó que la derrama económica y los beneficios sociales que representa la producción del grano en esa parte del país son de la mayor envergadura tanto por la captación de divisas que se obtienen mediante las exportaciones, como por los miles de empleos que se generan con su cultivo, procesamiento y comercialización.
Sin menoscabo, indicó, de los grandes beneficios ambientales que se derivan de la producción de ese alimento, en particular la conservación de los suelos, la flora y la fauna, y el papel fundamental que tienen los cafetaleros como pulmón ambiental con la generación de oxígeno y la fijación de carbono.
Otro aspecto interesante de la cafeticultura es el valor que tiene esa actividad como punto de contacto entre México y Centroamérica y la significativa contribución en el desarrollo de varios países de la región, externó.