Río de Janeiro.- La detención e imputación del ex presidente de la Federación de Futbol Brasileña (CBF), José María Marín, luego del arresto de directivos de la FIFA por corrupción, sacudió el mundo del futbol en Brasil, donde se critica desde hace años la falta de transparencia de las autoridades deportivas.
Marín, presidente de la CBF de marzo de 2012 a abril de este año, fue detenido en Suiza en el marco de los pedidos de arresto efectuados por la Justicia estadounidense, que investiga una enorme trama de corrupción que durante décadas habría afectado a la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).
De 83 años, el ex presidente de la CBF –actual vicepresidente y recién suspendido miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA- fue arrestado a pedido de Interpol por su presunta participación en el escándalo de desvío de dinero, sobornos y corrupción que también salpicó a otros cargos de la Federación.
Ex político, deportista y colaborador con el régimen de la dictadura militar en Brasil, la figura de Marín ya había causado una enorme polémica durante su nombramiento y mandato, pese a que había asumido el puesto para sustituir a Ricardo Texeira, quien a su vez había dimitido por acusaciones de corrupción.
En Brasil, donde el futbol trasciende a lo meramente deportivo, el arresto de Marín y su eventual extradición a Estados Unidos supuso una “sacudida” que alcanzó todos los estamentos políticos y sociales, en especial porque Marín fue miembro del comité organizador de la Copa del Mundo de Brasil del año pasado.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que hoy finalizó una visita de Estado a México, afirmó que “hay que investigar todas las Copas del Mundo y todas las actividades”, y aseguró que la investigación contra la FIFA no dañará al futbol de su país.
En tanto, el ex jugador brasileño Romario Faría, actualmente senador, sostuvo que Marín “es uno de los mayores corruptos” del futbol mundial, y criticó a la actual administración de la CBF.
“Espero que la investigación repercuta definitivamente para limpiar el futbol de esos corruptos como Marco Polo del Nero, sucesor de Marín al frente de la CBF]. La situación del futbol brasileño es culpa de esas personas que tan poco interesadas están en ayudar. Sólo piensan en dinero”, dijo el ex delantero del F.C. Barcelona en una comisión del Senado celebrada hoy.
A su vez, la prensa y los analistas en Brasil señalaron que de alguna forma la investigación del FBI contra el ex máximo dirigente del futbol brasileño “confirma las sospechas”. “La detención es una evidencia de lo obvio”, anotaron.
“Todo eran sospechas de corrupción hasta ahora, pero no había nada oficial ni había detenciones”, explicó a Notimex Fernando Martinho, editor del portal “Futebol Business”, especializado en el negocio del balón en Brasil y fundador de la revista deportiva “Corner”.
“Es una sacudida para el mundo del futbol en Brasil. Hacía falta que un organismo externo llevara a cabo la investigación”, estimó y aseguró que por la importancia del futbol en la sociedad brasileña “los gobiernos siempre fueron conniventes de la CBF”.
“En Brasil no interesaba que se llevaran a cabo investigaciones imparciales”, dijo.
Marín se habría embolsado cientos de miles de dólares por atribuir derechos comerciales vinculados a la selección brasileña a determinadas empresas entre los años 1990 y 2009, según los investigadores estadounidenses.
En su oportunidad, la CBF reaccionó a la detención de Marín con un escueto comunicado en el que “apoya íntegramente toda la investigación” de las autoridades estadounidenses, y aseguró que reafirma “su compromiso con la verdad y la transparencia”.
La actuación de la CBF lleva meses siendo objeto de polémica en Brasil, donde la prensa, algunos jugadores y clubes de futbol denuncian la opacidad y extremo ánimo de lucro de la entidad.
La semana pasada un diario brasileño publicó una serie de documentos en los que acusa a la CBF de haber “vendido la selección brasileña”, al suscribir un acuerdo con una compañía con sede en un paraíso fiscal que gestiona todos los amistosos de Brasil hasta el año 2022, a cambio de una remuneración por juego que se sitúa en 1.05 millones de dólares.
Entre las cláusulas de esos acuerdos figuran algunas que, según el diario, atentan contra el carácter deportivo de la gestión de una selección absoluta de fútbol, como por ejemplo, que los jugadores que disputen los amistosos tengan que ser los titulares habituales.