Buenos Aires.- Miles de personas marcharon hoy aquí para rendir homenaje al extinto fiscal argentino Alberto Nisman, que acusó a la presidenta Cristina Fernández de pactar con Irán la impunidad de supuestos terroristas.
La Marcha del Silencio, como fue bautizada por los organizadores, se convirtió en una “marcha de los paraguas”, ya que una fuerte tormenta se abatió sobre esta capital minutos antes de que comenzara la movilización, que inició en el Congreso y concluyó en Plaza de Mayo.
El agua, sin embargo, no amilanó a los políticos, sindicalistas opositores, funcionarios y empleados judiciales, y ciudadanos sin filiación partidaria que convirtieron el acto en una de las protestas más importantes de los últimos años en Argentina.
“Yo soy Nisman”, fue uno de los emblemas más repetidos en recuerdo del fiscal que fue hallado muerto de un disparo en la cabeza el 18 de enero, apenas cuatro días después de haber acusado a la presidenta Fernández y al canciller Héctor Timerman del presunto pacto con Irán.
Nisman, quien investigaba el ataque ocurrido en 1994 en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), aseguró que el gobierno acordó la impunidad de los iraníes involucrados en el atentado a cambio de negocios comerciales con la república islámica.
Aunque la marcha fue convocada por un grupo de fiscales, algunos de los cuales están acusados precisamente de haber entorpecido la investigación de la causa AMIA, los protagonistas más importantes fueron los familiares del fiscal.
En las primeras filas, cubiertas bajo paraguas y vestidas de luctuoso negro, estaban la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, las dos hijas de ambas, y la madre del fiscal, Sara Garfunkel, quien tuvo que identificar el cadáver de su hijo.
Mezclados con la multitud, avanzaron políticos opositores, legisladores y precandidatos presidenciales que buscaron aprovechar políticamente una muerte que desató una crisis política para Fernández en la recta final de su gobierno.
Además, marcharon los grupos antikirchneristas que han organizado multitudinarios cacerolazos para repudiar todas las políticas del kirchnerismo y que pedían cárcel o el término anticipado del gobierno de Fernández, que debe concluir en diciembre próximo.
Entre los extremos asomaron, también, ciudadanos que no son oficialistas ni opositores y que consideran que hay una situación muy grave en Argentina que debe ser denunciada para evitar que la impunidad se instale como un mal permanente en el país.
“Se tiene que investigar todo: la muerte del fiscal y sus denuncias contra la presidenta, dejar actuar a la justicia sin presiones de ningún lado, ni del gobierno ni de la oposición ni de los medios”, explicó uno de los manifestantes.
El silencio propuesto en la convocatoria no se pudo cumplir, ya que la tormenta alteró los ánimos y logró que, a cada rato, la multitud aplaudiera al grito de “¡Argentina, Argentina!” o que simplemente exigiera justicia.
“A un mes de la muerte del fiscal Nisman, marcha del silencio, por verdad y justicia”, rezaban los miles de carteles que repartieron los organizadores y que llevaban estampado el rostro del fallecido funcionario.
“No es por uno, es por todos, me duele mi patria”, escribió una mujer sobre una bandera argentina, mientras que otros lloraban, emocionados porque, pese a la lluvia, la Plaza de Mayo y sus alrededores, se colmaron.