Caracas.- Las largas filas para comprar productos básicos en Venezuela son un escenario propicio para la tensión, los insultos y empujones, que a su vez dan paso a historias de peleas sin que se conozca a ciencia cierta si es realidad o solo leyendas urbanas.
Ante ello, el gobierno desplegó un operativo policial y militar en los mercados para evitar actos vandálicos, mientras que se han multiplicado los llamados a la calma y a evitar hacer eco de los rumores.
Incluso, el jefe de gobierno del Distrito Capital, Ernesto Villegas, alertó que los “hijitos de papá” se habían “infiltrado” en las colas para generar violencia como parte de un plan desestabilizador orquestado por la oposición.
“Mi mamá me contó que en un supermercado en Las Acacias dos mujeres se pelearon por unos paquetes de harina de maíz y una de ellas cortó a la otra con una hojilla de afeitar”, comentó María Rodríguez, una ama de casa de 33 años.
Ese tipo de historias -sean reales o no- son la comidilla de las personas que esperan en las filas en los supermercados, desde donde se riegan como pólvora al resto de la población e incrementan la tensión en la ya de por sí difícil situación.
Otras personas, sin embargo, y pese a criticar la mala gestión económica que ha provocado un alta inflación y escasez, sostienen que la población contribuye al empeoramiento de la situación al actuar con desesperación y generar rumores.
“Hay gente que se trae a la abuela, a la hija, a la nieta, a la sobrina y hasta al perro para llevarse diez veces más comida de la que realmente necesita. Hay demasiada neurosis en la gente”, comentó José David Pérez, quien transitaba cerca de un supermercado.
El economista Boris Ackerman aseguró por su parte que en las economías manejadas bajo esquemas de controles, como la venezolana, “los actores económicos suelen asumir actitudes despreciables” debido a las distorsiones en el mercado.
Citó como ejemplo casos de personas que van al supermercado a comprar el doble o triple de la cantidad que necesitan de un producto para prevenir escasez o dedicadas a contrabandear porque resulta beneficioso venderlos a precios mayores en el mercado negro.
Ackerman puntualizó que este tipo de comportamientos han existido desde que en Venezuela se implementaron controles de cambio y precios en 2003, por lo que este repunte de la escasez es preocupante ya que vaticina un panorama complicado.
“Esto tiene dos componentes, tiene un componente estructural y otro estacional, pero sí creo que esto vino para quedarse, quizás dentro de un par de semanas se recupere un poquito el abastecimiento, pero nunca al nivel de la época cuando hubo libertad de mercado”, recalcó.
El jefe del Departamento de Investigaciones Económicas de la pública Universidad Simón Bolívar señaló al respecto que mientras existan estos controles, los problemas de abastecimiento “nunca” se solventarán.